Lo afirmó el Dr. Máximo Ravenna basándose en un nuevo estudio del Instituto Francés de la Salud y la Investigación Médica. Los expertos evaluaron mediante un cuestionario sobre características físicas, hábitos y vida sexual, a 10.170 personas de entre 18 y 69 años de edad. Entre las causas de dicha enemistad se encontraron falencias espirituales y físicas derivadas del exceso de peso.
Para el especialista argentino vale destacar que una persona que comienza a sumar kilos empeora notablemente su autoestima y el estado de ánimo, disminuyendo a la vez la frecuencia de las relaciones sexuales.
En este sentido, el psicoterapeuta explicó que “no hay dudas de que la gordura modifica el estado de ánimo para mal, siendo ésta una realidad visible u oculta que se experimenta notablemente” y agregó que “la falta de deseo es también una alteración psicológica porque un estado que no es natural como lo es la obesidad siempre genera un cambio negativo físico y espiritual”.
Ese funcionamiento anómalo por la realidad corpórea retroalimenta un círculo vicioso en el que se reduce la actividad sexual debido a las limitaciones físicas que aportan los kilos de más, incrementando esa escasez pasional una tendencia a convertirse en personas amargadas o tristes, siendo, a la vez, ese estado de depresión, un nuevo escollo para facilitar un encuentro amoroso.
En el relevamiento realizado, algunos de los encuestados tenían un peso normal, otras mostraban diversos grados de sobrepeso y otro grupo presentaba una obesidad diagnosticada. Así, descubrieron que en el caso de los participantes obesos (con un índice de masa corporal superior a 30), las mujeres tenían menos encuentros sexuales y consideraban el sexo como algo menos importante, mientras que los varones tenían más posibilidades de desarrollar una disfunción eréctil.
El titular del Centro terapéutico que lleva su nombre explicó además que en estos casos también surgen sentimientos de vacío y frustración, porque las necesidades sexuales no se ven satisfechas con la comida, con lo que se crea una nueva tensión y se tiende a volver a comer.
Descubrir las relaciones entre los alimentos consumidos y el estado de ánimo y viceversa es el primer paso para frenar la costumbre de comer cuando se tienen problemas y de enojarse cuando las consecuencias de la comida se vislumbran en el aspecto y en el rendimiento físico.
En congruencia con Ravenna, la Dra. Nathalie Bajos, autora principal del estudio, expresó que «ser obeso tiene una fuerte influencia sobre la vida sexual de las personas” y recomendó a los ginecólogos y médicos en general que tengan presente esta situación para que asesoren a sus pacientes sobre las posibles medidas para adelgazar y sus beneficios.
Finalmente, Ravenna plantea que «para recuperarse hay que salir de este círculo vicioso que genera la ingesta desmedida de alimentos y así recuperar la libertad de experimentar los verdaderos sentimientos y disfrutar de una vida sexual plena”.