Por Nadia Mastromauro, creadora de Un Pez Soluble (www.unpezsoluble.com.ar)
Se han transformado en un aliado de la decoración. Su funcionalidad los volvió indispensables en más de un espacio del hogar. Los vemos en el baño, la cocina, los escritorios infantiles y de trabajo, en la mesita de luz, en las bibliotecas. Y es que van genial en cualquier lugar de la casa. Se trata de los contenedores de tela.
Su auge se debe a que son súper prácticos para ordenar espacios y a la vez ponerle onda a un lugar. Además, vienen en varios tamaños. Por ejemplo, los de dimensiones grandes son recomendables para la cocina: ideales para paquetes ya abiertos de alimentos y demás paquetitos sueltos que siempre andan por ahí. También, para las mamás de bebés, son perfectos para tener en un solo lugar: algodón, pañales, óleo calcáreo, talco, cremitas y más.
En cambio, los más chicos están buenos para mesa de luz. Allí se puede colocar bijouterie, cargadores de celulares, pañuelos de papel, hebillas y más. En términos domésticos, son perfectos como costureros. Para la oficina o escritorio, siempre guardan lápices, gomas, sacapuntas, ganchitos, abrochadoras pequeñas, sellos y más.
También son muy útiles en el baño, pues contienen cremas, accesorios para el pelo y potecitos de todo tipo. También están los cilindros porta papel (de uno o dos rollos). Estos quedan divinos, y son súper funcionales porque siempre uno tiene un papel a mano, a la vista de reposición y con una estética agradable. Son perfectos para toilettes o baños pequeños donde no hay muebles o repisas. Le agrega un toque al baño y es práctico a la vez.